El cambio de moneda, el dejar la peseta por el euro, tuvo evidentemente un efecto inflacionista en España. Los productos de bajo precio fueron los que mas se encarecieron por el efecto psicológico entre los consumidores, de que 50 céntimos, 1 euro o 2, parece poco dinero. El euro es un diablo que se esconde bajo la apariencia de ser barato. Es muy habitual escuchar entre los consumidores la frase: «Con el euro no llego a fin de mes». Se redondearon muchos productos con el euro y sin embargo el efecto sobre los salarios no fue equivalente.
Según Pedro Solbes no se ha interiorizado lo que significa el euro. Un euro son 166 pesetas y parece ser que eso se olvida con bastante frecuencia. Aunque al fin y al cabo, a largo plazo, de lo que se trata es de olvidarse definitivamente de la peseta y que todo llegue a cierta estabilidad.
El ministro de economía señaló que es fácil dejar de propina un euro por dos cafés. Un euro puede parecer poco, pero dejar el 50 % de propina del valor del producto consumido es realmente excesivo. Gastar alegremente los euros, por el efecto inconsciente de equipararlo a la peseta, o a un valor que se aleja del real, es un claro síntoma de que todavía necesitamos tiempo para ser conscientes de su verdadero coste y actuar en consecuencia.