Jean Ziegler, enviado de Naciones Unidas para asuntos alimenticios ha destinado duras palabras y argumentos a Occidente. Lo responsabiliza de la terrible situación de hambre que padecen los países pobres. Ziegler ha argumentado que el encarecimiento global de los precios de los alimentos está llevando a un «silencioso asesinato en masa». Existen causas que irremediablemente conducen a estos crueles e inhumanos resultados. La expansión de los biocombustibles, la especulación que se ha originado en torno a los mercados de de materias primas y los subsidios de las explotaciones en la Unión Europea y Estados Unidos llevan a los países occidentales a ser responsables de las dramáticas situaciones que se dan en los países probres por la falta de alimentos.
Ziegler está convencido de que el hambre no es cosa del destino y que detrás de cada persona que muere de hambre en los países pobres existe un asesinato. Además considera que las multinacionales son culpables de crear una violencia estructural y que existe una gran cantidad de empresarios, especuladores y bandidos financieros que han convertido el mundo en un lugar salvaje lleno de desigualdad y de horror.
El encarecimiento de los productos básicos afecta a todos, es un problema mundial, pero evidentemente cuanto más desfavorecido es un país, más resiente sus consecuencias. Por ello la ONU ha enfocado su trabajo en la crisis alimentario. Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas, ya ha prevenido de que si no se trata de forma adecuada las fuertes subidas de los alimentos básicos se pueden ocasionar terribles deterioros en el crecimiento de las economías mundiales y pueden generarse problemas de seguridad. Oscuro y temible horizonte es el que vislumbra Naciones Unidas si no se pone remedio.